Condenada injustamente por la muerte de su violador: el 'vía crucis' de una indígena mexicana

STAFF: Matrix Television Mx / Por: Arturo Córdova S / Por: Redacción / Matrix Digital Mx / Con información: Pamela Quibec / Matrix Noticias Mx

Foto: Imagen Ilustrativa / Agencias

La joven tseltal Juanita fue liberada esta semana de la cárcel, en un caso que las organizaciones de derechos humanos consideran una muestra de la discriminación y de la violencia estructural que sufren las mujeres de los pueblos originarios.


Foto: Imagen Ilustrativa / Agencias

Como muchas mujeres migrantes, la joven indígena tseltal Juanita decidió dejar su pequeño municipio de San Juan Cancuc, en el estado mexicano de Chiapas, y se trasladó a la turística San Cristóbal de las Casas, en busca de una vida mejor.

Pero se encontró con que fue violada y después fue condenada injustamente a un año y dos meses de prisión por presuntamente asesinar al hombre que la agredió sexualmente.

Esta semana, tras un proceso lleno de negligencias, un juez ordenó su liberación tras retirarle los cargos. La mujer tiene la certeza, sin embargo, de que nadie la resarcirá de las secuelas físicas y psicológicas de la violación, el trauma de pasar por la cárcel, el estigma y el tiempo perdido.

Además de inmenso error o negligencia judicial, el caso es una muestra de una dinámica que, según los defensores de los derechos humanos, "criminaliza" a las mujeres indígenas o a las mujeres pobres en el entorno rural, además de "invisibilizar" las violaciones, agresiones con violencia o los feminicidios de los que son víctimas.

Un dato basta para explicar esa realidad: en México, el 60 % de las mujeres de 15 años y más que hablan lenguas indígenas han experimentado algún tipo de violencia.

Un plan malicioso

Poco después de llegar a la capital de su estado, Juanita, que no sabe leer ni escribir y solo habla tseltal, encontró empleo como niñera. Tenía 18 años.

Un día conoció a Juan, un vendedor ambulante con quien compartía la misma procedencia étnica. Él provenía de un entorno culturalmente diferente: era mayor que ella, tenía dos esposas y hablaba castellano.

Juan empezó a acosar a Juanita, a llamarla decenas de veces con propuestas de que fuera su pareja. A pesar de las negativas de ella, que veía que había demasiada diferencia de edad, el hombre empezó a amenazarla.

Después, desapareció un tiempo, pero terminó volviendo a las andadas: urdió un plan para que Juanita fuera a la habitación de la pensión en la que vivía con la excusa de entregarle un costal de maíz tierno típico de su entorno.

Una vez en el cuarto, la obligó a beber licor y la violó. Juanita gritó pidiendo auxilio, pero nadie acudió en su ayuda, a pesar de que al menos 15 personas entraron y salieron de la pensión durante la violación.

Después de la violación, Juanita despertó confusa y desorientada en la planta baja de la casa, con heridas y hematomas en todo el cuerpo. El violador apareció muerto con signos de violencia, pero no se pudo vincular a Juanita con su muerte por falta de pruebas. 

Pese a que hubo pruebas de que fue violada y que muchos testimonios confirmaban su versión, su defensa y organizaciones de derechos humanos denunciaron que la Fiscalía no investigó adecuadamente y ocultó la violación durante el juicio.

Tras mucha presión social con manifestaciones y denuncias, Juanita fue liberada y está de vuelta en su comunidad.

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